COMPROBADO: DESPUÉS DE LA TORMENTA…SIEMPRE LLEGA LA CALMA!!

“Después de la tormenta, siempre llega la calma…” reza así una canción bastante famosa de Alejandro Sanz.

La naturaleza es sabia y cuando hace las cosas es por algo, lo complicado es saber el porqué en ese momento. Yo siempre lo achaco a enfado, a expresión podría decir en unos términos más suaves. Y es que cuando la naturaleza habla… no se calla una!!

Aquí en el desierto, las tormentas de arena se suceden a veces sin orden ni concierto, muy marroquí, por cierto.
De estas cosas de la naturaleza, yo no entiendo nada pero las personas “viejas y sabias” si que saben. Aunque así de esta manera tan rápida y sin previo aviso, lo dudo. Llamadme incrédula, lo acepto…

Hay veces que, como por arte de magia y magia de verdad!!!, en un abrir y cerrar de ojos se levanta una tormenta de arena de la nada, dejándote tan patidifusa y boquiabierta que sólo sabes decir :
-“pero y esto, a cuento de qué? …Nooo ¡! Dejé las ventanas abiertas de casa, la colada tendida y el ordenador abierto en la mesa!!!!» ( ya me cargué un portátil porque tenía más arena dentro que documentos de Word, si es que no aprendes Raquelita…ay!!)
…Y así cómo llega, se va. Si-si, igual que llega en segundos, se va en segundos y en el transcurso pueden durar minutos, horas o días, eso ni los viejos sabios creo que puedan saberlo. Otras veces se nota, se siente y presiente, es algo anunciado en el ambiente.

se acerca la tormenta

La tormenta viene cantando, mal-cantando, ululando muy fuerte como desafinada, pero a cambio nos trae un color ocre, naranja butano…sí, la palabra es butano.
Todo se vuelve naranja intenso, casi fosforito por momentos, parece que miras a través de una de esas gafas de conducción nocturna o de desfase discotequero ibicenco

El otro día, 21 de marzo en el desierto de Erg Chebbi, se notaba que el ambiente se enrarecía por momentos. Se presentía una tormenta de arena, quizá de agua también??
El cielo estaba negro, con esas nubes que se nota que va a descargar una buena… Y esta vez, las predicciones habían dado lluvia, nieve y bajada de temperaturas bruscas en todo el país. La semana santa, para gozo de muchos, no iba a ser el calorcito esperado en Marruecos y acertaron…

16.30h de la tarde, a 10 minutos escasos de llegar al campamento de khaimas una nube negra cargada con un color feo-especial y no de agua precisamente, se acercaba a paso ligero, demasiado ligero. El sol, que hasta ese momento se dejaba entrever, había desaparecido …

Siempre voy andando a los campamentos, siempre voy atrasada varios metros, siempre atrasada también en aliento, faltándome respiración hundiéndome a cada paso en la fina arena de las dunas… Y este día, me atrasé más respiraciones, más de la cuenta, haciendo fotos… imprudencia, lo reconozco.
Tuve que correr un poco y agarrarme a las riendas de un dromedario, o quedarme perdida en medio de la tormenta…fácil elección!

dromedarios en plena tormenta con su pastor

En menos de 5 minutos , si llega, esa nube negra cargada de arena y polvo nos envolvía sin dejarnos apenas respirar, sin podernos defender y haciéndonos un peeling mejor que el que hacen las mujeres de los hammam beldi y más dolorosos por cierto, que eso de verdad os aseguro, es difícil de creer…

Yo miraba, o al menos eso intentaba, a Ahmed que con esa serenidad y pachorra que le caracteriza, nos llevó al campamento.
Yo miraba, o al menos eso intentaba, a los 5 dromedarios que con esas pestañas tan grandes que tienen para protegerse de la arena en estos momentos, seguían a Ahmed en su paso firme y seguro.

Sólo si eres dromedario o eres de aquí, nómada bereber del desierto de pura cepa, eres capaz de llegar a ciegas y de verdad de la buena, a un campamento en medio del todo, en medio de la nada.

Rodeada 360 grados por arena de dunas infinitas y sin ver más allá y con suerte de medio metro, sin tener ninguna referencia absolutamente ninguna, eres capaz de llegar al punto que quieres.
Lección aprendida una vez más: al desierto y sus dunas hay que tenerles respeto, mucho y con tormenta hay que elevar ese respeto a la máxima potencia.
No miedo, eso no. El mar de arena, nunca puede dar miedo, es imposible . Da respeto, te puede hacer muy chiquita en cero coma…pero a la vez muy grande, todo depende del grado de respeto con que lo mires, lo entiendas y lo “leas”, pero miedo nunca.

Después de la tormenta siempre llega la calma… así como vino se fue. Tras la tormenta, siguió otra tormenta, esta vez de agua. Quién dice que en el desierto no llueve??

Al rato, ni gota de arena por el aire, ni gota de agua por el suelo, todo se fue, incluso las nubes… dejando paso a un cielo espectacular como siempre, con una luna preciosa creciendo y asomando entre la duna más lejana y acercándose a nuestra khaima, de vez en cuando, para hacerse cuidadora nocturna de nuestros sueños y pensamientos oníricos por esa noche…DSC_0022_2
Al amanecer, todo despejado, todo precioso, todo en su sitio… no faltaba nada, no sobraba nada. Se habían limpiado las dunas de todo tipo de huellas. Tan sólo quedaban las de su propio movimiento serpenteante, casi militar de ronda nocturna y acompañamiento lunar…

Es la segunda vez que me veo en una tormenta de arena en mitad de las dunas, en cambio en el pueblo ya son muchas veces, hace tiempo que perdí la cuenta… pero como esta, la del otro día, nunca.
Fue brutalmente espectacular, la naturaleza en acción en toda regla!!!

Reconozco que estaba tensa y algo nerviosa, más por la gente que llevaba conmigo que por mi misma, aunque de alguna manera no me pillaba novata. Pero por tener a mi lado a Ahmed, tranquilo-pausado-lento, casi como yo en mi caminar dunero que …“siempre voy atrasada varios metros, siempre atrasada también en aliento, faltándome respiración hundiéndome a cada paso en la fina arena de las dunas… Y me atrasé más respiraciones, más de la cuenta haciendo fotos…”. Sólo por esto, por ir junto a Ahmed, me sentí más recogida que nunca…

Y es que …después de la tormenta siempre llega la calma, sin duda alguna.

 

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