Ayer acabé el día entre las estrellas del cielo y las dunas en la oscuridad, escuchando “hablar” a los dromedarios, bailes, tambores y turbantes alrededor de un fuego.
Y lo empecé bien temprano, aún a oscuras, cuando comenzaba a salir el sol por el horizonte, dándome cuenta, una vez más, de la grandeza que tenía delante de mis ojos: solo arena, fría y suave arena, con los lomos de las dunas formando dibujos de piel de serpiente y las marcas de todos los animalillos del desierto, que en el paseo nocturno habían dejado su huella. Hay vida, en el desierto hay mucha vida.
Y tú estás allí, escuchando como hierve el agua para preparar con un mágico ritual un té de menta, soltando humo de calor, humo de aroma, humo de nómada…
Observa, cierra los ojos, sueña, disfruta y sobre todo, no te olvides de respirar…
Respirar el oxígeno del desierto tan puro, tan limpio, tanta energía solo para ti….
Respira la menta, respira y sueña, sigue respirando…ese momento, esa sensación es solo para ti…observa el horizonte y respira, respira…. Respira….