La vida en Marruecos es tranquilidad, es reloj sin manecillas y horas con tiempo. La vida aquí se vive, se respira, se llena en los pulmones y se queda dentro. Tan dentro que es imposible sacarlo, difícil olvidarlo y fácil recordarlo.
Lo que aquí no faltan son horas y tiempo, lo que aquí no sobran son minutos a destiempo. Un destiempo real y oficial, fuera de lo normal. Tanto es así, que hay diferentes horas, diferentes minutos y diferentes momentos…
El Sol sale por el Este, el Sol se pone por el Oeste y el reloj acompaña de “Sol-a-Sol” desde el Este, hacia el Oeste retrocediendo en el tiempo, por metros, por kilómetros…
Aquí son las trece, allí las catorce y por momentos se convierten en doce u once, como el reloj sin reloj, con manecillas de tiempo a destiempo de forma irreal y extra-oficial…
Aquí casi-todo vale, aquí casi-todo se puede. Aquí todo vale lo que se puede y nada se puede si no vale…
Pero la vida en Marruecos es tranquilidad del reloj que nada vale y del tiempo que todo se puede.