Vida, siempre vida… vegetal, animal, humana…
En kilómetros y kilómetros de gran extensión de terreno abrupto a nuestros ojos y pies, convertidos en faros y ruedas…
Pistas de París-Dakar, sin Dakar ni París pero con acento francés como segundo idioma…
En kilómetros y kilómetros de gran extensión de terreno solitario, casi virgen, sin nadie a quien saludar, sin nadie a quien preguntar…
Un abuelo bereber de djelaba y turbante blancos, que de blanco tienen poco y de amarillo del camino tienen mucho, nos hizo señas en el camino… Le faltaba aire a la rueda de su moto y le sobraba oxígeno para darnos conversación…
Dos motoristas, sin djelaba, pero con turbante de cuadros para protegerse del polvo levantado del camino, se acercaron a por agua y se alejaron con pan y queso …
Un par de jeeps, lleno de bereberes de respiración limpia encontrada en los turbantes de vivos colores, saludando alegres y pitando con el claxon …
En kilómetros y kilómetros de gran extensión de terreno rocoso, planicies casi de hamada y piedras negras grabadas con vida de antaño, con vida hecha fósil…
Lagartos al sol dueños y señores de alguna roca, burros en un río bebiendo tranquilos impasibles ante la vida y ante nuestro motor…
En kilómetros y kilómetros de gran extensión de terreno poco más nos encontramos… y a lo lejos y cerca a la vez, un dromedario solo, sin caravana ni pastor… sólo uno, en kilómetros y kilómetros de gran extensión de terreno… qué raro!!!
Era una mamá dromedaria que acababa de dar a luz!!!!!.
La manchita blanca a sus pies, se movía e intentaba ponerse de pie, cogiendo fuerza del camino, polvo, aire y oxígeno. Cogiendo momentos de vida, respirando y descansando a cada pocos pasos. LLorando-gruñendo-gimiendo sin encontrar dónde y cómo mamar, pero tenía que hacerlo, nadie podía ayudarle, es la fuerza de la vida.
Y yo allí, paralizada y emocionada a escasos 50 metros y con los ojos de la mamá aunque tranquila, no se le escapaba un movimiento de mi ceja.
En kilómetros y kilómetros de gran extensión de terreno, sin vida aparente, había más vida junta que toda la vida atrás encontrada en esos momentos del camino.
Restos de vida con sangre roja y viva en las patitas y pelo de la mamá …
Restos de vida con cordón gris y vivo en la tripita del bebé…
En kilómetros y kilómetros de gran extensión de terreno, acababa de nacer una vida… de blanco impoluto, sin djelaba ni turbante, sin aún polvo del camino y con mucho oxígeno para hablar sin acento francés ni bereber, tan solo gruñidos de dromedario…
Allí los dejamos, solos, tranquilos, descansando. Y la fuerza de la vida, le llevó a encontrar la manera de saciar su sed y beber la leche de la mamá
Vida, siempre vida… vegetal, animal, humana…