HASSILABIED, DESDE EL TECHO DE MI PUEBLO…

Con los ojos puestos en las dunas y en el techo de mi pueblo Hassilabied, busco y rebusco entre el adobe.

Cuando llegué al pueblo hace 4 años, ya no de visita turística por alguna parte de Marruecos como tantas y tantas veces, si no para quedarme e instalarme en esta nueva vida, todo el pueblo me parecía igual.
Me he «perdido» infinidad de veces buscando mi casa, que tenía que volver al punto de partida para retomar el camino grabado en mi cabeza hasta llegar.

-«Al final del camino, la puerta verde grande haciendo esquina con la casa de los niños, giro a la derecha y… Eso es, aquí está mi puerta!!»

Un camino en «L» imposible para perderme, pensaba yo. Y aun así, a veces, también me perdía aunque en mi favor diré que no me ha pasado a mi sola. Menudo plan!

Yo buscaba referencias como en cualquier otra ciudad: el árbol tan grande que da sombra hasta el tercero, el balcón de la Sra. María siempre lleno de geranios, la tienda de teléfonos o el gimnasio de cristaleras siempre en movimiento haciendo spinning
No, aquí en el desierto no hay esto. Ni tan siquiera las calles tienen nombre, ni asfalto, ni árboles, ni geranios, ni bicis estáticas… Walo, aquí walo (alguna tiene una palmera como la mía y está delante de la puerta de mi casa que por lo visto para feng-shui, según me dice Eva, me protege. Qué suerte tengo!!!

Aquí las casas son de adobe, tienen barro. Mucha paja y barro en su construcción, puertas de metal que en verano arden con solo mirarlas cuando la rayita roja o azul del mercurio marca 50.
Tienen dibujos geométricos en relieve, todas muy parecidas siendo la mayoría rombos y están pintadas de diversos colores al tun-tun.
Rojo, morado, verde, azul…una de estas puertas la llamo «la de Brasil» porque está pintada de tal manera que me recuerda a la bandera de este país.

La gente conoce las calles por la casa de fulano o la casa de mengano, casi siempre le precede el apellido o el apodo familiar-vecinal como se conoce a esa persona en el pueblo o por la actividad que desempeña, como en los pueblos en España.
A mí me conocen casi todos por Rakil y otros por la ”La Beldia», el apodo que me pusieron hace tiempo, aunque este lo desconocen algunas personas. Otros me conocerán por la taromit o la de Ibiza, a saber.
En Hassilabied, algunas referencias al menos para mí son: la calle del cercado grande de los dromedarios, la que tiene un pozo, la tiendita con el techo de pajitas verde, la casa en construcción, la de las cabras…

Ahora ya no me pierdo aunque entre tú y yo, hay calles por las que paso tan poco que los primeros segundos me cuesta reconocer dónde carajo estoy!! Y de noche ya acostumbro los ojos a la oscuridad y hay veces que ni la linterna del móvil llevo, definitivamente soy una crack!!

Desde las alturas, en esta panorámica del pueblo en la terraza del riad de un vecino- amigo, veo mi casa al momento.
Desde esta perspectiva no veo la puerta ni las ventanas ya que dan cara a las dunas pero si veo el techo, la casa recién reformada de mi casero y la del vecino con sus puertas de color lila…
Ahora lo veo todo, incluso la casa de «las chicas», las otras españolas locas que también viven en el pueblo.

Con los ojos puestos en las dunas y en el techo de mi pueblo Hassilabied, ya hace tiempo que dejé de buscar y rebuscar en el adobe…!

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