Este pequeño tan simpático, se llama Hassan. Tiene 6 primaveras si llega.
Es nómada bereber del Erg Chebbi, desierto de Merzouga y vive con su madre en una khaima verano o invierno, haga un calor de justicia o un frío de impresión.
Y viven solos por situaciones familiares que para mi no son entendibles. No, definitivamente no lo son, ni tan siquiera me planteo entenderlas. Tan sólo me da para “aceptarlas” y ya está…
Y es feliz con su bici rosa y azul de Barbie, sin aire en las ruedas, su balón medio pinchado o sus lápices de colores.
A veces juega con el comedero de metal para el rebaño, puesto en la cabeza a modo de casco, otras
con una de sus cabras a la que acerca a una pista de Dakar, improvisada carretera, “a ver si paran los coches grandes y me dan caramelos” ….
Y los “coches grandes” casi siempre paran a darle caramelos, lápices de colores, balones sin pinchar y bicis con las ruedas llenas de aire.
Y es feliz… En un sitio tan hostil, es feliz. Le faltarán muchas cosas, posiblemente de las que creemos necesarias, pero no le sobrará nada, seguramente de las que creemos no tan necesarias.
Vive una vida muy dura, pensado desde una mente occidental como la mía a pesar de vivir en el barrio e ir comprendiendo algunas de las situaciones que aquí se cuecen. Y sí, da igual desde donde se piense, su vida es dura y a su corta edad hay situaciones que mejor no tendría que vivirlas.
Y es feliz, aparentemente es feliz, conoce poco de lo que hay detrás de sus dunas… tan sólo unos 15 ó 20 km a la redonda por donde acompaña a veces a sus vecinos nómadas a pastorear el rebaño de cabras, ovejas o lo que se tercie…
Ya llegará un día que quiera conocer más allá y vivir en un entorno menos duro aunque siempre en su pensamiento, vivirá en una khaima nómada bereber.
Y es feliz con su bici rosa y azul de Barbie, sin aire en las ruedas, su balón medio pinchado o sus lápices de colores.
Y es feliz…