Era abril, 1994 y apenas contaba con 19 primaveras. Planeaba un viaje sin saber muy bien donde y pensaba en varios destinos sin llegar a decidirme por uno en concreto.
El que más me rondaba en aquel entonces y no se bien porqué, era Moscú y su Plaza Roja, aunque finalmente acabé en una plaza sí, pero la de Marrakech y que curiosamente también tiene un tono rojo en el sobrenombre, qué cosas !!
– “Mamá! Dónde podría irme este año de vacaciones? Es que no tengo muy claro donde ir.”
– “Filinha… y por qué no vas a Marruecos?”
– “mmm, pues no lo había pensado..! Sí, puede ser. Voy a mirar.
– “Ay filha, es precioso…!! Ya sabes que he estado muchas veces cuando era guía turística y llevaba mis grupos sobre todo de americanos… Tengo muy buenos recuerdos. Anda que no me he perdido yo veces por el zoco de Marrakech, disfrutando como una niña!!
– “Y no te daba miedo?
– “Para nada!! Es más, me encantaba pasear por La Medina en esos momentos en que les dábamos la tarde libre a los turistas sin ninguna visita programada. La Plaza Jamaa el Fna, es una locura, siempre hay algo que ver: encantadores de serpientes, aguadores, corrillos de tambores, cuenta-cuentos…
Y mi madre seguía contando y mi hermana y yo la mirábamos concentradas, imaginándonos allí por un instante…
– “Filha, yo no me enteraba de nada, pero veía como un montón de niños se sentaban en el suelo haciendo un corro y un señor ya mayor, viejo, sabio, les iba contando historias. Sí vieras las caras tan felices de los niños… Ve a Marruecos filha, que te va a gustar de verdad!!”
(y tanto que me gustó…!!)
Aquí y en este momento, fue la primera vez que tuve contacto con Marruecos y su famosa “Perla roja del sur: Marrakech”.
Desde este momento, empecé a pensar dónde ir…?, qué visitar…?, cuántos días…? Se veía todo muy bonito y las múltiples ofertas que me daban en las agencias, me volvían loca.
Por aquel entonces no existía el amigo Google, al menos no para mi…