Marruecos y el té, van ligados en el día a día de todos los días.
El té es algo diario, social, familiar, amistoso, de cierre de tratos como si fuera un sello lacrado en un sobre, es en todo momento y para cada momento.
Es un ritual de vida y si no hay té, prácticamente no hay nada.
Con menta o sin ella, con otras hierbas o sin ellas, el té en sí, tiene vida propia y qué vida!!!
Normalmente se sirve bastante dulce y va acompañado de frutos secos como cacahuetes, almendras o pasas y en ocasiones, también pastas.
Y para servirlo, hay que mezclar bien el azúcar de tal manera que primero sirven té en un vaso para dejar espacio al azúcar. Y haciendo un juego de trasvases del té de la tetera a los vasos y de los vasos llenos de té a la teterade nuevo y así en varias ocasiones por fin se acaba mezclando. Se prueba y si está bueno de sabor a gusto del consumidor, en este caso “del servidor”, se sirve.
Eso sí, hay que hacerlo casi-casi modo escanciador de sidra, de tal manera que la tetera va subiendo mientras se sirve el líquido en el vaso y con un movimiento seco y rápido, se corta el chorro de té para continuar con el siguiente vaso…
Y espuma, tiene que tener algo de espuma y si no es así, cuentan las malas lenguas que la persona que recibe el té sin espuma no es bien recibido…
Todo un mundo este el del té en Marruecos…y si no hay té, prácticamente no hay nada.