Cada vez tengo más claro, porqué me gusta Marruecos y es muy sencillo:te sientes bien, simplemente te sientes muy bien.
La sociedad occidental, está cada vez, o al menos así últimamente lo siento yo, más deshumanizada, fría y exenta de calor humano. Y no me refiero a relaciones sentimentales, sino claramente al contacto entre personas. Parece que nos da miedo abrazarnos, besarnos, tocarnos… El idioma universal por excelencia en todo el planeta, es con la mirada, con el tacto y los gestos. Esto no falla…
Por eso llegar a Marruecos es encontrar de alguna manera, una sociedad muy humana, cálida y cargada de emociones y sensaciones transmitidas y recibidas de manera innata, que te llegan a cada poro de la piel.
La familiaridad y cercanía que se gastan en estos barrios perdidos de la mano de Allah, no tiene precio y su gente así lo demuestra en el día a día en cualquier situación.
Te conozcan o no, sí simplemente estás en la puerta de una casa poco más de cinco minutos, lo normal es que salga alguien de dentro, para hacerte pasar a su casa, a su familia y a sus vidas, a su entorno, a conocerles y para conocerte. Y aunque sólo sea por un instante, te invitan a disfrutar de un maravilloso té con pastas, cacahuetes y demás golosinas locales.
Cuando te tienes que ir, no quieren que te vayas e insisten para que te quedes un rato más haciendo hincapié en que no tienes, seguramente, nada más importante qué hacer. Posiblemente, sea cierto una gran cantidad de ocasiones, pero nosotros, los de fuera, parece que siempre andemos con prisa.
Hablen o no tu idioma o alguno con el que hacerse entender , hables o no su idioma o alguno con el que hacerte entender, te entiendes, te aseguro que de alguna manera te entiendes.
Y esto, es verdaderamente bonito!!