Hace días estuve en el hammam.
Alguien sabe que es un hammam? Y no, no son baños turcos, pero tienen algo en común. Viene a ser algo así explicado, como unas enormes salas de baño, diáfanas, altas, mal iluminadas y llenas de mujeres, o de hombres según la hora del día. En mi caso, lleno de mujeres claro.
Tienen varias salas distribuidas generalmente de la siguiente manera. La primera es un enorme vestidor o “desvestidor” mejor dicho, donde nos quedamos solamente con las bragas. Aquí dejamos abrigos, ropa, zapatos… y nos llevamos nuestro cubito con el guante, jabón “noir”, esterilla quien la tenga y los champuses varios.
La sala que le sigue es un poco fría, sólo hay wcs y poco más, es la antesala al calorcito… Seguimos a la siguiente, donde te encuentras 110 mujeres… Hala, exagerada!! Bueno, pues 40, me da igual.
Mamás con sus niñas, algunas con sus bebés, chicas preadolescentes y adolescentes del todo, mujeres de mediana edad, abuelillas y yo…la única “gwria” o “taromit”. Como Rissani es mayoritariamente árabe y no bereber, el término de ser una mujer extranjera aquí, es “gwria”.
Y ahí voy yo toda chula con mis cositas y mis ganas, en chanclas y bragas claro, como tiene que ser.
En esta sala hace calor, ya cuesta respirar. El oxígeno es caliente y ya tienes al momento todos los poros del cuerpo abiertos, los que sabes que tienes y los que no. El ambiente es como una sauna a lo bestia, sin ventilación, salvo unas ventanas altas cerradas y las puertas que comunican unas salas con otras, que se abren y cierran cada poco tiempo.
Las salas siguen siendo diáfanas y lo único que hay son grifos que salen de la pared cada 5 metros más o menos. Los colocan por pares, un grifo de agua caliente muy caliente, casi hirviente… y un grifo de agua fría muy fría, casi congelante.
Seguimos hacia la última sala, que se encuentra en la misma disposición que la anterior, pero más caliente aún, con más vapor y con más densidad en el ambiente. Ya no respiras oxígeno, respiras vapor, pero casi por segundos te adaptas a ese estado y todo se vuelve fácil, al menos para mí, porque me abraza un sopor que si me descuido empiezo a roncar si no fuera por el ruido que hay dentro con todas las mujeres charlando muy animadas.
Sigo caminando por la sala, me siento observada, como siempre. Veo caras conocidas y mujeres que me sonríen, soy conocida también para ellas. En esta sala hay menos gente, habrá unas 15 mujeres.
Las pequeñas de unos 5 a 7 años, me miran descaradas, casi parecen avergonzadas cuando las miro, pero retándome la mirada y sonriéndome picaronas. No deben entender nada pero ya se dan cuenta que no soy de la zona. Alguna más atrevida me saluda mientras parece que se pone colorada, o eso intuyo yo, porque coloradas estamos todas del calor que hace dentro.
Cada minuto que pasa, se van acostumbrando y me miran con más descaro y sin pudor, hasta cuchichean a la oreja de la hermana mayor, madre, tía o abuela, mientras no me quitan ojo. Hablan de mí, claro. Yo las sonrío y les saco la lengua a veces, en el momento en que la receptora del mensaje “orejil” se ríe y me sonríe. A saber qué le habrán dicho!!!! Respondo con otra sonrisa, ya solo la situación me parece simpática.
Hay otras mujeres más mayores e incluso más-más mayores que yo, aunque intuyo que con respecto a las primeras, tenemos la misma edad o nos llevamos bien poco, pero ellas siempre aparentan sacarme 10 años. Y no es que lo diga yo, es que es así…
Me miran también pero disimulando sin disimular en una mirada como-que-no-te-das-cuenta-pero-te-pispas-de-todo. Me observan unos segundos de arriba abajo y se detienen en mi tripa, en un tatuaje, pensando seguramente que es feo. No feo de feo, que esto va por gustos, si no feo de no ser bonito un tatuaje “extranjero” en una mujer. Y eso porque no se han dado cuenta que tengo otro, aunque bastante más discreto…
El caso es que les parece feo, pero cuando ellas, las más viejitas, los llevan en la frente, entrecejo y mentón, indicando rangos familiares, ancestros y apellidos, no les parece feo, ideas sin más, aunque realmente el fin de mis tatuajes a los de ellas, efectivamente no tienen el mismo significado. Aunque lo cierto es que esos tatuajes no son las árabes que los llevan que yo sepa, si no las bereberes y de otras etnias solo…
Siguen a lo suyo, como si nada, incluso una lleva un pequeño con pañal, colgado de la teta mientras se peina el pelo. Esto es optimizar el tiempo y lo demás son tonterías!!!
Allí estamos TODAS, de distintas edades, pero todas en las mismas. Desnudas e IGUALES, ninguna es más que otra, ni diferente. Todas mujeres, aunque nos separe un color de piel, idioma, país de nacimiento, cultura, educación y costumbres por no dejarme nada, que seguro algo me dejo… pero todas iguales y aceptándome como una más en un lugar tan íntimo y privado como un hammam. MUJERES.
En el suelo, hay muchos colores que se repiten en forma de cubo, de cazo, de chanclas, de esterilla, de taburete. Rojo, azul, verde, negro, marrón, amarillo, naranja… Y por ahí me coloco yo, en algún lugar que me indica Malika para que me acomode.
Malika es la mujer que trabaja allí, una de ellas. Es muy delgada y también aparenta sacarme más edad, pero seguro que no, es joven, como yo!!! Ella será la que me quite churros de piel muerta del cuerpo, a base de frotes con el guante.
Me llena el cubo con agua tirando a caliente y me empapa casi a cubazos para que se me abra más el poro y salga mejor la porquería de la piel. Me hace sentar en el taburete rojo y me deja esperando un poco. A estas alturas, ya se respira con normalidad por costumbre pulmonar. Las vías respiratorias ya conocen esta situación y están abiertas al máximo, no sabes si estás sudando, empapada del vapor del ambiente o del agua que me han tirado por encima, pero aunque hace calor, yo estoy en la gloria. Las constantes me bajan, la naturaleza es sabia.
Lo curioso es que hay bastante ruido de fondo. Es el lugar perfecto y elegido como “centro de ocio femenino” diría yo, donde las mujeres se desnudan sin vergüenza y no sólo en la práctica si no en la parte emocional. Estoy convencida de las confesiones que aquí se deben contar unas a otras, ya que si no estás pegada, no escuchas lo que cuenta la vecina de esterilla, salvo un constante barullo entremezclado con eco, voces e incluso algún pequeño llorando, igualmente no entiendo tanto el idioma por tanto soy fiel guardiana de secretos y lo saben.
Malika vuelve sonriente preguntándome si estoy bien y si quiero un frote “chwia” o cómo? Le digo que “la chwia” porque tengo “L´khara bzaf” y se parte de la risa. Me pregunta que cuánto hace que no vengo y cuando le respondo que un mes, se echa las manos a la cabeza y me responde “Wakha, chwia walo, bzaf-bzaf!!!”. Y ahí, no sé si me arrepiento de haberle dicho que me rascara bien, porque ya me está frotando el brazo, la pierna y la espalda con todas sus ganas. Presiento que va a doler!!
Tan delgadita que es esta mujer, tan aparentemente poca cosa aunque algo más alta que yo, desnuda frente a mí, nuevamente de MUJER A MUJER y menudos meneos me mete, que cualquiera lo diría. No deja centímetro por rascar y hasta me separa el pecho a su antojo, asegurándose de dejarme bien suavecita y limpita.
Y ahí dale que te pego, me va untando con el jabón negro y frotando, pies, piernas, caderas, culo, brazos, codo y talón. Espalda, muslo y rodillas. Cuello, orejas, nuca, ombligo y axila, que siempre me da la risa porque me hace cosquillas. Y repite zonas que le parecen que deben tener mucha porquería porque vuelve y vuelve… y cada vez que rasca, salen espaguetis negros de polución, polvo y piel muerta que creo que voy a salir con dos tallas menos. Y entre frote y frote, va tirándome más agua caliente por encima.
De tanto en tanto, resopla, diciéndome “skhoun bzaf!!”, mientras se seca la frente sin secársela, ella también está empapada. Yo me solidarizo diciéndole que sí, que hace mucho calor, pero lo cierto es que estoy súper agustito, aunque algo dolorida, porque parece que en algún momento me va a arrancar la piel de la fuerza que tiene…pero que frote, qué frote, que me va a dejar hasta con brillo a este paso. Es un trabajo duro, normal que esté más acalorada que yo.
Después me pregunta que si la cara también y aunque en un principio le digo que no, acabo aceptando que me rasque con mucho cuidadito. Ya estoy lista, tengo la piel toda roja, pero suave como el culito de un bebé. Ahora paso al pelo que esto ya es tarea mía, que si por Malika fuera, me lo lavaba ella. Entre tanto, he seguido la escena de las otras mujeres que como yo, se han acercado al hammam.
Una chica que no debe tener más de 15 años, se desenreda unos rizos larguísimos que le llegan por debajo del culo. Desde que ha entrado lleva con la misma tarea y de cuando en cuando, me mira y me sonríe. Otra mujer, frota a la que debe ser su hija y esta a su vez, frota la espalda de la hermanita pequeña, todas sentadas en taburetes. Dos amigas, charlan entretenidas mientras una se moja con cubos calientes, la otra se lava el pelo. Una chica joven, trata de calmar al que debe ser su pequeño de no más de dos años, que lleva un rato llorando, hasta que decide levantarse para cambiarse de lugar y en ese momento veo que tiene una panza de bastantes meses que la acompaña. Me pregunto cómo puede aguantar este calor y sopor con el barrigote que lleva!!
La mujer de mi lado, vino sola pero se encontró con otra mujer a la que saludó efusivamente como si llevara tiempo sin verla. Otras entran, otras se van, otras van moviéndose de sala en sala buscando el mejor sitio. Al fondo de la sala hay otras tres que se ríen a carcajadas…
Los grifos no dejan de soltar chorros a dos bandas, mitad frio, mitad caliente y siempre con alguna mano removiendo el agua para que se entremezclen las temperaturas. Y así transcurren los minutos, casi horas. Observando y sintiéndome observada, porque aunque ya no soy la novedad en esta tanda del hammam, sigo siendo la extranjera a la que todas miran y se siguen preguntando posiblemente, que qué hago yo aquí? Y es que las que me tienen fichada, ya han deducido que vivo por la zona, pero las otras pensarán que es raro que esté en un hammam beldi, cuando las extranjeras como yo, suelen ir a un hammam turístico y no tradicional…y es que no tienen ni idea que me llaman “La Beldia” y ya no soy turista, pero si vecina.
Ya he acabado, piel finísima, pelo limpio y súper desenredado, voy saliendo de las salas con mis bártulos. Voy en degradé calorífico hasta llegar a frío, en cuestión de 15 ó 20 metros y 3 puertas… de la temperatura que hay dentro a la que hay fuera, debe haber una diferencia de 10 grados mínimo, por no ser exagerada y yo que soy friolera…
Me enredo en la toalla, me seco lo más rápido que puedo y con gran velocidad me visto para dejar de tener la piel de gallina clueca. Me quito el agua del pelo, guardo mis cremas, champús y demás y salgo por dónde entré hace un buen rato. Me despido de Malika, mientras me devuelve el bolso y las gafas de sol que custodiaba a buen recaudo. Digo yo que hará lo mismo con todas, pero tiene bien claro cuáles son mis pertenencias.
En la calle luce un sol maravilloso, dejo de tiritar y me recompongo mirando el sol. A mi lado la mezquita, que justo en ese momento y parece que estuviera esperándome, empieza a cantar llamando a los fieles a la oración. Sigo la calle principal hasta el zoco.
Voy a tomar un té al puesto de especias de mi amigo Maymoun, ya me está haciendo falta un poco de azúcar al cuerpo…