Aquí en el desierto todo es «de andar por casa».
Una mezcla de lo autóctono, real y cotidiano, con la modernidad pisando los talones pero sin perder la esencia que es lo realmente bonito.
En los salones bereberes, en las casas de adobe, siempre hay alfombras con estos colchones de unos cinco centímetros, si llegan, para dormir la siesta, dormir la noche o simplemente dormir y pasar el día, practicidad pura y dura.
Y en toda casa que se precie, con salones diáfanos y apenas decorados, hay también siempre un bidón o garrafa de estas, recicladas de las del aceite, con un trozo de tela o de turbante envolviéndolo.
La tela en cuestión la van mojando de tanto en tanto, para mantener fresca el agua. Fresca, lo que se dice fresca como “de nevera”, no. Eso no.
Así son las neveras en estas tierras. No es que no haya neveras grandes tipo “combis” o del estilo, porque claro que hay.
Pero al menos cuando hacen 48-50 grados, el agua se mantiene a una temperatura más que razonable. Y bien rica que sabe sin duda!!!
Qué más necesito en este momento?
Nada. En este momento, nada más…en el siguiente ya hablaremos.